TULUM.- Un video que circula en redes sociales ha encendido la indignación social: en él se observa a policías municipales de Tulum intimidando a un niño vendedor ambulante en la zona de playas, decomisándole su mercancía y provocándole el llanto, mientras turistas presenciaban la escena.
La grabación no solo exhibió en redes sociales la actuación insensible de los elementos de seguridad, sino que abrió una ventana a un problema más profundo: la explotación infantil en los destinos turísticos de Quintana Roo, una realidad que muchas veces pasa desapercibida entre la dinámica económica de la región.
La respuesta no se hizo esperar. A través de un comunicado oficial, el Ayuntamiento de Tulum informó que los policías involucrados fueron suspendidos de sus funciones de manera preventiva, mientras se lleva a cabo una investigación interna sobre su actuar.
“Aquí no se va a permitir que nadie use el uniforme para abusar o actuar con prepotencia. Ser autoridad es una responsabilidad, no un privilegio”, subrayó el gobierno municipal encabezado por el alcalde Diego Castañón.
Además, las autoridades señalaron que el menor fue atendido por el Sistema DIF Municipal y la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, y que su madre acudió voluntariamente a las instalaciones para recibir acompañamiento institucional. En su mensaje, el Ayuntamiento hizo hincapié en que “a las familias que enfrentan situaciones difíciles no se les señala ni se les castiga: se les apoya”.
Si bien la reacción del gobierno de Tulum fue rápida, el caso deja sobre la mesa una pregunta clave sobre la preparación y capacitación de los elementos de seguridad en Tulum, un destino turístico de talla internacional, visitado cada año por miles de turistas de todo el mundo.
El manejo inadecuado de una situación que involucra a un menor no solo refleja la carencia de sensibilidad y formación en derechos humanos, sino que también proyecta una imagen negativa ante los visitantes que observan estas acciones.
Por otra parte, el trasfondo del caso va más allá del acto mismo. El video y la intervención de los policías dejan al descubierto una problemática estructural: la presencia de niños menores de edad trabajando en las playas y zonas turísticas, muchos de ellos en condiciones que podrían tipificarse como explotación infantil.
No es un secreto que en algunos casos, menores son traídos de otros estados o municipios por personas que no necesariamente son sus familiares, y que los obligan a vender productos a los turistas, obteniendo beneficios económicos a costa de su trabajo.
En ese sentido, urge que las autoridades no solo sancionen o capaciten a los policías involucrados, sino que investiguen a fondo quiénes están detrás de estos menores y las posibles redes de explotación infantil que operan en la región. Proteger a la infancia no implica únicamente evitar abusos de autoridad, sino garantizar que los derechos de los niños sean respetados en su totalidad.
El gobierno de Tulum cerró su mensaje asegurando que “en este gobierno no vamos a voltear la cara ante ninguna injusticia” y que seguirán trabajando “para que en Tulum los derechos se respeten, la justicia se haga costumbre, y ninguna niña o niño vuelva a ser ignorado”.
La escena viralizada fue un espejo de lo que no debe volver a suceder: ni en las playas, ni en ninguna parte.